Mientras un sol crepuscular se desangra en el cielo y una lluvia de destrucción —helicópteros en llamas, cuerpos mutilados— suspende el tiempo, King Kong y Samuel L. Jackson, en la piel de un militar recién llegado de Vietnam, se baten en un intenso duelo de miradas.
Naturaleza de King Kong
Un instante perfecto para definir la muy gratificante naturaleza de Kong: la isla Calavera, segundo largometraje de Jordan Vogt-Roberts. Un sofisticado sentido del humor y una apuesta por los placeres más puros del pulp se alían en una película que supone un soplo de aire fresco en el paisaje de un blockbuster contemporáneo aquejado de sobrepeso y rimbombancia.La Versión de Peter Jackson
Han pasado doce años desde que Peter Jackson resucitara al mítico gorila en una película que quería ser la rememoración hipérbolica de su primer contacto con el clásico de Merian C. Cooper y Ernst B. Schoedsack. Su King Kong (2005) fue el paradigma de la descompensación: hermosos momentos de forma pura —la introducción, los dinosaurios suspendidos en las lianas, el combate final sobre el Empire State— se veían condicionados por el despilfarro de una hora larga de presentación de personajes, aparatosa refutación de la naturaleza esencialmente sintética del lenguaje cinematográfico.Muy original
El sentido del humor determina la caracterización de personajes —arquetipos redefinidos con trazos singulares—, pero lo que destaca es una infatigable originalidad en el estilo visual.Fuente: El país
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