Ofrecer una atención sanitaria de calidad es muy complicado. El equipo necesario es caro, los medicamentos son caros y no es fácil conseguir personal preparado. Al menos no en todas partes. En el primer mundo, los médicos abundan, pero según qué lugares, conseguir una persona con conocimientos básicos sobre medicina puede ser muy complicado.
Aquí, la tecnología tiene un papel muy importante que jugar. Donde no puede haber un médico y los recursos son escasos, un buen invento puede salvar muchas vidas. Y últimamente estamos viendo muchos avances en ese sentido. Pastillas inteligentes y laboratorios que caben en un microchip podrían ser el gran salto en la democratización de la medicina.
La pastilla inteligente y el gran reto de la batería ingerible
Las pastillas inteligentes son una idea con muchas posibilidades. Desde hacer seguimiento de la respiración y el ritmo cardíaco de un paciente hasta tragar una pastilla una única vez y dejar que libere el medicamento en pequeñas dosis durante semanas.
El principal problema de estos inventos es la fuente de alimentación. Evidentemente, algo que uno ingiere no puede estar conectado a la corriente. Diseñar una batería que se pueda tragar sin causar daños y que tenga suficiente autonomía es un gran reto, ya que una vez que entra por la boca, no se puede volver a cargar.
Sin embargo, científicos del MIT han pensado que se podría cargar la batería una vez ingerida utilizando… ácido del estómago. Las baterías que funcionan a partir de ácido no son nada novedoso. Durante mucho tiempo, el ácido se ha utilizado para desplazar electrones de un metal a otro y generar corriente.
En el MIT, han aplicado esta misma idea. Han diseñado una batería de zinc y cobre que genera corriente eléctrica al entrar en contacto con el ácido estomacal. Han implementado la batería en una pastilla inteligente que han probado con cerdos y ha sido capaz de enviar datos a un ordenador cada 12 segundos de forma continuada.
Esto es muy interesante ya que permitirá proporcionar atención médica especializada sin necesidad de material muy avanzado. Estas pastillas podrían llegar a suplir una parte importante del material de trabajo de un médico allá donde el presupuesto sea bajo.
Microchips de diagnóstico
Pero si hay un campo en el que se han hecho avances verdaderamente importantes, es en el de los chips de diagnóstico. Uno de los más interesantes, desarrollado por la Universidad de Stanford, es reutilizable y cuesta 0,01$.
Este chip trabaja analizando a fondo una única célula y puede de diagnosticar enfermedades como cáncer, sida, malaria y tuberculosis. En muchas de estas enfermedades, un diagnóstico a tiempo es clave para salvar vidas. A un precio tan reducido y con una aplicación tan simple (no hace falta personal especializado), este chip se puede convertir en una clave para el avance de la medicina en países del tercer mundo y en vías de desarrollo.
Sus creadores lo definen como un LOC (laboratory on a chip) ya que es capaz de realizar diversas pruebas para las que hasta hace poco se precisaba un laboratorio. Y todo esto en un dispositivo que se fabrica en 20 minutos con una impresora de tinta.
Sin duda, el desarrollo de este tipo de tecnologías es realmente revolucionario y clave para salvar vidas. Probablemente veremos más de esto en el futuro, y diferentes asociaciones comenzarán a utilizarlo en países sin recursos.
Fuente: omicrono
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